«Tengo 27 años ahora. No me quiero ir. Amo mi vida». La carta de una chica australiana que murió de cáncer conmovió al mundo cuando se comenzó a viralizar en las redes sociales.
Holly Butcher falleció el 3 de enero pasado y, un día más tarde, su familia publicó un texto que ella misma escribió para cuando llegara ese momento. El posteo logró en pocas horas más de 10.000 likes, 2.300 comentarios y 8.000 compartidos hasta que llegó a los medios de comunicación.
De acuerdo con una publicación de Daily Mail, Holly luchó más de un año contra un sarcoma de Edwin, un tipo de cáncer de hueso.
La carta completa
Un pequeño consejo de Hol:
Es algo muy extraño aceptar tu mortalidad cuando tenés 26 años. Es una de esas cosas que siempre ignorás. Los días pasan y esperás que sigan pasando hasta que sucede lo inesperado. Siempre me imaginé a mi misma envejeciendo, con canas, con una hermosa familia (un montón de chicos). Planeé tener el amor de mi vida. Lo quiero tanto que me duele.
Así es la vida. Es frágil, preciosa e impredecible y cada día es un regalo, no derecho adquirido.
Tengo 27 años. No me quiero ir. Amo mi vida. Soy feliz. Se lo debo a mis seres queridos. Pero está todo fuera de mi control.
No empecé esta carta como ‘una nota antes de morir’ porque le temo a la muerte. Me gusta el hecho de que somos ignorantes de su inevitabilidad. Excepto cuando quiero hablar de ello y se trata como un tema ‘tabú’ que nunca nos pasará a ninguno de nosotros. Ha sido un poco difícil. Solo quiero que la gente deje de preocuparse tanto por las tensiones pequeñas e insignificantes en la vida y trate de recordar que todos tenemos el mismo destino después de todo, así que hacé lo que puedas para que tu tiempo se sienta digno y grandioso, sin mierda.
Dejo algunos de mis pensamientos a continuación. He tenido mucho tiempo para reflexionar sobre la vida estos últimos meses. Por supuesto, es la mitad de la noche cuando estas ideas aparecen en mi cabeza.
Esas veces que te dan ganas de cosas ridículas (algo que he notado tanto en los últimos meses). Se agradecido por tener problemas pequeños y superarlos. Está bien reconocer que algo es molesto, pero trata de no continuar y no afectar negativamente a nadie.
Una vez que hagas eso, sal ahí afuera y respira profundamente una bocanada de aire hasta profundo de tus pulmones, mira qué azul es el cielo y qué tan verdes son los árboles. Es tan hermoso. Piensa en lo afortunado que eres para poder hacer eso: respirar.
Es posible que hayas quedado atrapado tráfico o hayas dormido mal porque tus hermosos bebés te mantuvieron despierto o porque tu peluquero te cortó el cabello demasiado corto. Tus nuevas uñas falsas pueden tener una astilla, tus pechos son muy pequeños o tienes celulitis en el culo y tu panza se tambalea.
Dejá que toda esa mierda se vaya. Te juro que no pensarás en esas cosas cuando sea tu turno de irte. Todo es TAN insignificante cuando mirás la vida como un todo. Estoy viendo mi cuerpo perderse justo delante de mis ojos sin nada que pueda hacer al respecto y todo lo que deseo por ahora es que pueda tener un cumpleaños o Navidad más con mi familia, o simplemente un día más con mi novio y mi perro. Sólo uno más.
Escucho a las personas quejándose sobre cuán terrible es el trabajo o sobre lo difícil que es hacer ejercicio. Sé agradecido de que puedas hacerlo físicamente. El trabajo y el ejercicio pueden parecer triviales hasta que tu cuerpo no te permita hacer ninguno de los dos.
Traté de vivir una vida sana, de hecho, esa fue probablemente mi mayor pasión. Apreciá tu buena salud y tu cuerpo en funcionamiento, incluso si no tiene el tamaño ideal. Cuidalo y aceptá lo increíble que es. Movelo y alimentalo con productos frescos. Pero no te obsesiones con eso.
Recordá que hay más aspectos para una buena salud que el físico. Trabajá igual de duro para encontrar felicidad mental, emocional y espiritual. De esta forma, es posible que te des cuenta de lo insignificante y lo irrelevante que es tener un estúpido y perfecto cuerpo en las redes sociales. Eliminá cualquier cuenta que aparezca en sus timeline que le de una sensación de sentirse mal contigo mismo. Sea tu amigo o no, sé despiadado por tu propio bienestar.