Palas Atenea 2013: Pura Abad
Por el año 1952 de la mano del tio Angel y un hermano, emigraron a una tierra promisoria donde había trabajo…
¡Trabajo!, que tanta falta hacía… se casó y echó raíces en el Gran Buenos Aires.
En 1958 nace Vivi, rubia de rulos y rasgos delicados y en 1960 Osvaldo.
A los cuarenta años vuelve a embarazarse. Nace Hernán…Un lindo bebe, pero con unos ojitos muy achinaditos, y una lengüita que a veces parecía pertenecer a una boca más grande.
Por aquel entonces, no se sabía mucho sobre niños con capacidades diferentes, y tampoco había mucho por hacer, algo de reeducación en el domicilio, y a la edad escolar, las escuelas 500. Esto empujaba a esos chicos a la segregación.
Por los años ochenta, se presenta la oportunidad de que Pura viaje a visitar a su hermana y los parientes de España. Otra vez a atravesar el atlántico; esta vez en avión.
La España posfranquista, ya no era aquella tierra de dificultades, El destino quiso que Pura conozca a una familia con un niño con las características de Hernán, que asistía a un club fundado por los hermanos y los amigos de otros chicos con similares capacidades, y trabajaban en recreación e integración.
Desde ese momento Pura ya no pudo pensar en otra cosa.
Había que hacerlo en Argentina.
La parroquia de Turdera lleva por nombre “Conversión de San Pablo” (Saulo es San Pablo), ¿casualidad, destino, capricho de Dios? No sé, pero fue ahora entre las paredes de esta otra iglesia donde volvió a soñar, esta vez con una vida mejor para su hijo.
La primera tarea, fue armar un grupo de catequesis para chicos especiales, el grupo originario de chicos y familias de lo que hoy es Betania.
Luego se formó algo así como un club, que a sugerencia del Párroco se llama “Betania, lugar de encuentro de los amigos de Jesús”. funcionando los días sábados.
Pero en la cabeza de Pura, esto no era suficiente.
Por aquel entonces la educación proporcionada por las escuelas 500, no cubría ni de cerca la pretensión que tenían para sus hijos, entonces, comprendió que la verdadera integración era mucho más que reunirse una vez por semana, era crear la escuela que los chicos necesitaban.
En compañía de unos pocos, emprendieron la tarea de refaccionar un viejo salón de la parroquia, donde comenzaron a enseñar lecto escritura tres veces por semana con una maestra que contrataron para tal fin.
Esto impulsó la gran decisión. Una escuela que brindara a cada chico la posibilidad de desarrollar su deseo sin techos predeterminados.
Para financiar el proyecto, se le ocurrió asociar a los vecinos, una pequeña cuota que el solidario pueblo de Turdera integraba con gusto, de este modo a la maestra se le sumo una profesora de cerámica y un profesor de educación física.
El crecimiento era sostenido y distintas actividades se agregaban al trabajo: actividades plásticas, musicoterapia, fonoaudiología, asistencia médica y social, expresión corporal, campamentos, y muchas más, aparte de las ya mencionadas.
La institución tenía ya cierto reconocimiento, había obtenido su personería jurídica, algunas obras sociales reconocían y pagaban sus prestaciones, y se había podido comprar un terreno en el que se estaban construyendo las primeras instalaciones propias.
Sin embargo, Pura tenía en su cabeza el futuro, ¿Qué será de estos chicos el día que sus padres no estén?, Por qué no construir un hogar que no sea un lugar extraño, sino una extensión de la institución donde ya estaban pasando buena parte de sus vidas, un lugar que no sea segregativo, sino parte misma de la vida familiar, donde asegurar el respeto y la dignidad de ellos como se hace en Betania.
Así fue como una vecina de Turdera ya anciana, que conocía la obra que se estaba realizando decide legar su casa a Betania para la construcción del hogar.
El hogar ya es un hecho, en él viven los primeros residentes que necesitaron hacerlo, y la institución marcha viento en popa. Pura ya no preside la misma, ha pasado la posta a gente más joven, pero sigue yendo a Betania todos los días, demás está decir que para ella Betania es una parte importantísima de su vida.
Los retazos de una vida que hemos puesto en este papel, no le hacen justicia plena a Pura, ni mucho menos a las personas que en la tarea de la construcción de esto que hoy es Betania, nada más ni nada menos que BETANIA.
Mujeres de Negocios y Profesionales del Sur tienen el
honor de conceder a: Pura Abad el Reconocimiento PALAS ATENEA
Por su compromiso para la felicidad de la niñez con capacidades diferentes Y su dedicación a la creación del Hogar Betania. Gracias Pura
Acompaña en la entrega Teresa Pinto