KINTSUGI, el arte de la reparación o resiliencia.

 

KINTSUGI-1Dice Bárbara Bloom “Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.”

Normalmente cuando nos acercamos a los pensamientos que derivan de la filosofía oriental, nos encontramos con una realidad construida sobre lo más elemental y simple de los valores y principios que deben regir y gobernar el comportamiento humano y las relaciones entre los hombres.kintsugi-2

El arte tradicional japonés de la reparación de piezas  rotas de un objeto de cerámica, cristal, porcelana u otros materiales,   con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi o kintsukuroi (técnica japonesa originaria del siglo XV). El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original.

 En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. ( Kintsukuroi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto).

kintsugi-6Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.  ¡Cuán importante resulta el enmendar! Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes. Cada herida te fortalece. Cada herida se convierte en una grieta de oro que brilla, e ilumina el camino de los demás.

La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud.

El problema radica en que culturalmente esta filosofía está muy alejada de lo que en nuestro mundo se premia y reconoce. A todos nos iría mucho mejor si consiguiéramos liberarnos del peso que supone el miedo al error, a la equivocación y en su lugar, consiguiéramos aceptarlos como una parte natural y positiva del proceso de aprendizaje, superación y mejora.

Es ésta la prueba de la resiliencia, la capacidad de recuperarse.