Todos tenemos talentos
Artículo de María Victoria Martinez Lojendio.
Todos nacemos con una predisposición especial para realizar algunas actividades mejor que otras personas, para desarrollar determinados talentos.
Algunos son fácilmente reconocibles desde la infancia. En ocasiones los padres, los profesores o la familia ven claramente cuando un niño tiene la capacidad de dibujar, cantar, hacer deporte, escribir, bailar, o también su facilidad para hacer amigos, para ayudar, para inventar historias, para motivar a los compañeros o para hacerse responsables de sus cosas.
Lo importante es saber que tenemos dones, descubrirlos, reconocerlos y ponerlos en marcha.
Podemos decir que hay talentos que se refieren a actividades que hacemos mejor que la media, pero también pueden ser habilidades y capacidades sociales que nos hacen sobresalir en determinados campos.
Para algunas personas sus talentos son evidentes y no les cuesta reconocerlos, saben que hacen algo mejor que los demás.
En cambio hay otras que lo sienten como algo tan natural en ellas que les cuesta considerarlo como un talento, y si llegan a hacerlo es porque otras personas se lo reconocen.
Lo importante es saber que tenemos dones, descubrirlos, reconocerlos y ponerlos en marcha.
Tener un don y no ofrecerlo es perderse momentos de felicidad, de satisfacción, de realización no solo para nosotros sino para otras personas también. Y aunque todo ello conlleve trabajo, esfuerzo y tesón, merece la pena.
¿Reconoces alguno de tus talentos?
Si sabes cuáles son tus talentos ¡genial!, es estupendo saber para qué somos especiales.
Si estás pensando que no tienes ningún talento, puede que tus dones permanezcan ocultos o adormecidos, o que hasta ahora no te hayas puesto a observarte y a reflexionar sobre eso para lo que tienes facilidad.
Puede ser que haya algo que te guste y que no te sientas capaz de hacerlo bien, a veces es la práctica lo que te hace descubrir que puedes llegar a ser muy bueno en ello, o que sin necesidad de ser muy bueno puedes disfrutar de ello.
A veces son las circunstancias las que nos hacen descubrir nuestros talentos: personas que aparecen en nuestra vida, libros que llegan a nuestras manos, información que descubrimos en internet o nuevos hábitos que nos dan pistas sobre nuestros dones.
Suelen ser actividades que nos interesan especialmente, de las que buscamos información, sobre las que hablamos a menudo, que mientras las hacemos se nos pasa el tiempo volando, en las que invertiríamos dinero, que nos gustaría aprender o enseñar, que admiramos en otras personas, que haríamos gratis…
¿Reconoces los talentos de otros?
Muchas personas no llegan a descubrir sus dones porque nadie los motivó de pequeños a hacer aquello para lo que eran buenos, o no le dieron importancia ni vieron la necesidad de fomentar esas capacidades.
Y no solo ocurre con los niños, también en la edad adulta, en el entorno laboral o familiar dejamos de animar a otros a que desarrollen esas actividades para las que son buenos y tienen facilidad.
En muchos trabajos hay personas desaprovechadas porque no se les reconocen sus talentos, haciendo labores que otros harían mejor y dejando de hacer aquello que se les da de maravilla.
¿Vas a ofrecer tu talento al mundo?
Muchas personas con grandes capacidades no disfrutan de ellas ni las ofrecen al mundo por no descubrirlas o por no practicarlas.
Para llegar a ser buenos en algo, no solo es suficiente tener un talento, además hay que practicarlo y mejorarlo, y así llegar a ser excelentes en lo que nos gusta. Es entonces cuando llegamos a tener la habilidad suficiente para hacerlo bien. Un talento sin entrenar es como un coche sin ruedas.
Es importante saber que somos capaces de hacer algo que nos va a permitir desarrollarnos, y que si somos disciplinados y perseverantes, puede llevarnos a tener una vida mejor y más plena.
Si ya has descubierto tu talento prepárate para ofrecerlo, quizá puedas vivir de ello.