Las Mujeres, el Futbol y la discriminación
Hablar de fútbol en tiempos de superligas
Son amigas y se juntan a ver partidos cuando no tienen que trabajar. Periodistas deportivas, también se cubren las espaldas en un mundo dominado por hombres y, como en cada torneo que empieza, se enfrentan a los prejuicios y a los sabelotodo.
Es difícil saber si el modo de ir acomodándose como se pueda en el río revuelto de las convicciones es un avance o un retroceso. Ángela Lerena (Fútbol para Todos), Débora D’Amato (corresponsal del diario deportivo Récord, de México), Majo Lezcano (TyC Sports) y Luciana Rubinska (Agenda Fox) supieron llegar a un espacio como el periodismo deportivo, dominado dentro y custodiado afuera por ¡uf!, los hombres.
La testosterona las rodeó en todos los estadios, estudios y reuniones sociales. «En los primeros tiempos de TyC, mis compañeros me decían ¿vos qué opinás si sos mujer? Yo tenía 19 años. Para que me dieran espacio tuve que aportar mucho de mis conocimientos. No fue fácil. Ahora el trato evoluciona», dice Lerena. No es novedad: a la mujer le hacen pagar con tiempo su prestigio. Un hombre habla de fútbol y todos hacen silencio. Si una mujer habla de fútbol, ante alguna duda, desconoce el juego. Del roce recíproco con sus antípodas nació esta cofradía con conocimientos amplios de fútbol. La hermandad comenzó con cruces entre algunas, las socias fundadoras son Lerena y D’Amato, que se conocieron cubriendo a la Selección y se fueron incorporando otras, a las que conocían de trabajos anteriores. Se reúnen a cenar con dos colegas más que forman parte del círculo: Viviana Vila, la primera comentarista de Fútbol para Todos (comentó la última Eurocopa en el canal de la Ciudad) y Claudia Villapun, cronista de Olé…
¿Cómo llegó el fútbol a sus vidas?
Lerena: Me lo trajo el Mundial 86. Tenía diez años y seguí los partidos de la Selección. Me acuerdo de Diego levantando la copa. Pero en el 90 le presté mucha atención al fútbol. Los lunes a la noche me iba a comprar El Gráfico. Lo esperaba ansiosa.
D’Amato: Fue a través de mi viejo. Lo acompañé a ver a Independiente. Cuando volvíamos de la cancha, mi mamá me pasaba la lista de los que me llamaban. Si era alguien que me gustaba, le preguntaba: «¡¿Qué le dijiste?!». Me daba vergüenza que dijera que estaba en la cancha. Luego estudié periodismo y en un momento se abrió la pasantía en Olé.
Lezcano: Mi acercamiento fue con penales. Me gusta patearlos de chiquita. Mi viejo y mi hermano me transmitieron el entusiasmo de ir con ellos a la cancha. Los domingos eran radio y partido. Radio y partido.
Rubinska: También por mi papá. Me llevaba a la cancha y me encantaba acompañarlo.
Siempre están rodeadas de sabelotodos. ¿Cómo es el trato con ellos?
D’Amato: Para mí, el trato involuciona. Antes era más inconsciente y no le prestaba atención. Ahora estoy más atenta. No nos dan muchas chances de equivocarnos y la lupa sobre nosotras es cada vez más grande. Y la usan, ¿eh? Y cada vez es más cruel. La competencia es tan abierta que cuando lográs algo importante se te pianta un lagrimón.
Lezcano: Nuestras preguntas deben ser brillantes. Cualquier hombre hace las más tontas. Para nosotras eso es muy inconveniente.
Rubinska: Una amiga mía que tiene hermanos varones dice que los hombres admiran mucho a las mujeres que saben de fútbol. ¡Pero si saben mucho les rompe las pelotas! (risas)…
La Nación – El otro lado del futbol