Fabiana Tunez, de la lucha a la función pública
En 1989, participó por primera vez del Encuentro Nacional de Mujeres y allí entendió que la violencia de género atraviesa de forma directa o indirecta a todas las mujeres. Uniéndose a esta bandera y cada vez más comprometida, se unió a otras dos mujeres y con los ahorros que tenían entre las tres fundaron una ONG.: La Casa del Encuentro, la asociación civil que desde hace casi 13 años acompaña y sostiene a las víctimas de golpeadores y a sus familias, y que impulsó varias conquistas y leyes a favor de las mujeres.
Fabiana Tuñez, una luchadora contra la violencia hacia las mujeres, hoy, dejó de lado sus prejuicios por la política y se decidió a presidir el “Consejo Nacional de las Mujeres”, dependiente del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales.
Estuvo de los dos lados del mostrador, como activista en “La Casa del Encuentro” y ahora como presidenta del Consejo.
En diálogo con NOTICIAS Fabiana Tuñez dijo: «Por primera vez desde la marcha del 2015 la violencia de género es considerada dentro de los derechos humanos. El Consejo en los últimos años había sido invisibilizado. No había decisión política de que este organismo, rector de las políticas públicas de género, funcionara. Por eso, el presupuesto era exiguo. Un gran problema es que no había estadísticas oficiales. Recién hace dos años la Corte empezó a generar algunas. Y la realidad es que cuando fue creado el Consejo, en el gobierno de Menem, había tenido fuerza pero con los años se debilitó. Por eso, cuando la ministra de desarrollo social, Carolina Stanley, me ofreció esta oportunidad, dudé mucho… Tenía mis miedos de la política en general. Pero pensé, hace mucho que vengo reclamándole al Estado, por qué no utilizar toda la experiencia que tengo». Aceptó el desafío. Ahora, como funcionaria, ella y su equipo diseñaron el Plan Nacional de Acción, Asistencia y Erradicación de la violencia contra las mujeres. “Nuestra idea es que el plan llegue a cada mujer que sufre violencia: incluye asistencia interdisciplinaria, programas de protección integral, medidas de no acercamiento del agresor, la construcción de 36 hogares y reformas educativas para formar a varones y mujeres en igualdad y equidad en los colegios. También hay un programa para ayudar a varones violentos recuperados; pero para que sea exitoso, tiene que haber un reconocimiento de que el problema lo tiene él porque muchas veces depositan la culpa en la mujer. Otros objetivos que quedan pendientes son la pérdida automática de la responsabilidad parental del femicida condenado y la Ley Brisa, que establece la reparación económica a hijos e hijas de víctimas de femicidio».