El diario no hablaba de ti

Aldana Vales
Periodista

las mujeres son centrales solo en el 29% de las noticias

Elizabeth Cochran tenía 18 años cuando un artículo del Pittsburgh Dispatch la enfureció. Se titulaba “Para qué sirven las mujeres”

y calificaba de “monstruosidad” a las trabajadoras de las fábricas. Para quejarse, escribió una carta al diario y la firmó bajo el nombre de “Solitaria niña huérfana”. El editor del diario quedó tan encantado con la redacción que publicó un aviso para encontrar a la autora anónima. Finalmente, fue contratada como reportera y adoptó el seudónimo por el que luego sería conocida:


elizabeth Cochran

Nellie Bly.

Al principio, escribía sobre los problemas de las obreras y apuntaba contra las medidas que favorecían a los hombres en Pensilvania, pero con el tiempo quedó relegada a las notas consideradas “de mujeres”. Frustrada por escribir solo sobre “shows de flores y moda”, Nellie Bly se fue a Nueva York. Con cierto recelo, en 1887 la contrataron en el periódico de Joseph Pulitzer y le encargaron un reportaje encubierto dentro de un manicomio, para contar las pésimas condiciones del establecimiento. El artículo fue un éxito. Un año después, propuso dar la vuelta al mundo en menos de 80 días. El gerente del diario se burló de ella y le dijo que era imposible para una mujer. Por supuesto, igual lo hizo y lo logró.

La historia de la primera mujer que se dedicó en Estados Unidos al periodismo de investigación podría ser la de cualquier reportera de la actualidad. Un poco más solitaria, quizás, porque Nellie Bly fue la única presencia femenina en una redacción llena de hombres, mientras que hoy las periodistas alcanzan un tercio de las plantillas en los medios de comunicación. Los problemas, sin embargo, se mantienen: secciones en las que las mujeres casi no firman y notas consideradas adecuadas según el género.

El informe más reciente del Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP, por sus siglas en inglés) dice que entre 2010 y 2015, prácticamente no hubo cambios en la participación de las mujeres en la producción y transmisión de noticias en los medios tradicionales. “De las notas informativas en los diarios y en programas informativos en la televisión y la radio, únicamente 37% lo reportan mujeres”, dice el documento. En Argentina, la cifra es menor y solo llega al 27%.

El proyecto, organizado por la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés), realiza cada cinco años un seguimiento de las evoluciones en la paridad de género en los medios. Para eso, analiza prensa escrita, televisión, radio, sitios web y tuits informativos de más de un centenar de países. El objetivo es dar cuenta de la visibilidad que tienen las mujeres en los medios de comunicación, no solo a través de la cantidad de periodistas que escriben o conducen un programa, sino también de la representación que las noticias hacen de cada género.

Aunque los medios no produzcan por sí mismos las desigualdades de género, contribuyen a reproducirlas a través de los estereotipos que transmiten o del lenguaje, nunca inocente, que utilizan. Por eso, la forma en la que mujeres y hombres están representados en los medios también es un indicador de la igualdad de género. Uno bastante negativo.

Ellos son los sujetos de la noticia

“Las mujeres son centrales en las noticias en el 29% de los casos, una cifra igual a la reflejada en el estudio anterior. Por lo que no se observa ningún avance”, dice el informe del GMMP sobre el caso argentino. La cifra es solo cinco puntos superior al promedio mundial. En los medios digitales y redes sociales, el porcentaje no difiere de los medios tradicionales.

Curiosamente, la brecha de género es menor en las notas relacionadas con ciencia y salud. Prácticamente hay paridad en ese campo. La mala noticia, sin embargo, es que estos temas son los de menor importancia en la agenda y ocupan solo el 8 por ciento del espectro informativo en general.

En política y gobierno, las mujeres solo equivalen al 15 por ciento de los sujetos centrales de las noticias, algo quizás relacionado con el bajo protagonismo femenino en estos campos. Ni hablar de las secciones deportivas, en las que reporteras y conductoras son pocas, cuestionadas, atacadas.

En las historias vinculadas a crimen y violencia las mujeres alcanzan el 39 por ciento en participación. “Al parecer somos noticias estando muertas o sufriendo algún tipo de violencia”, dice el informe de Argentina. El monitoreo fue realizado antes de las marchas Ni una menos y de que los medios empezaran a prestar atención a la violencia de género como tema. Quizás ahora ese porcentaje sea mayor.Transeúntes y amas de casa, nunca expertas

Es cierto que, en las redacciones, nadie piensa en escribir cinco notas sobre mujeres y otras tantas sobre hombres para establecer una paridad en la cobertura. “Los medios ordenan sistemáticamente cuáles son los eventos o sucesos que deben considerarse importantes y cuáles deben relegarse”, dice un documento titulado El ABC del periodismo no sexista, escrito en 1996. Sin embargo, el mismo texto advierte: “Los medios funcionan a base de los paradigmas existentes en la sociedad sobre el ordenamiento de eventos históricos. Entonces, según las mujeres han sido invisibilizadas de la historia, así también han sido invisibilizadas de los medios”.

En los medios, el universo femenino no solo entra en la categoría de soft news, sino que la representación de las mujeres queda limitada a las de madres, amas de casa y estudiantes, consultadas por su opinión. Son fuentes que hablan desde el desconocimiento o la experiencia personal. En cambio, como expertas, las mujeres son consultadas solo en el 32 por ciento de los casos en Argentina. No solo eso: dentro de la abrumadora cantidad de fuentes masculinas especializadas en algún tema, se destaca la categoría de “político o funcionario público”.

¿Y entonces?

“Entre las aspiraciones de las estudiantes de periodismo no prima la idea de alcanzar un cargo jerárquico en alguna empresa mediática; no puede saberse si esto se corresponde con la posibilidad de acceder a otras maneras de ejercer la profesión, pero las encuestas coinciden en que las aspiraciones se enmarcan en torno a la redacción en medios gráficos, la producción en general y la instancia académica”, escribió, en 2010, Alejandra Busto al analizar las aspiraciones laborales de las mujeres periodistas.

Para su trabajo titulado “Labor periodística femenina y problemáticas de género”, Busto entrevistó también a mujeres que se desempeñaban en los medios de comunicación. “Los obstáculos para ejercer cargos gerenciales en empresas mediáticas por las mujeres periodistas eran reales, el techo de cristal rodeaba las redacciones de los espacios citados; los estereotipos de género se registraban en cada conversación, la desinformación al respecto y la falta de conciencia de género permitían que se legitimaran esas formas de relación jerárquica”, concluyó tras su análisis.

Entender el periodismo desde una perspectiva de género, no implica incrementar la cantidad de mujeres reporteras nada más, sino también comprender la forma en la que las noticias son presentadas y los modelos que se transmiten.
En ese sentido, los diversos análisis que se hacen de la situación actual ofrecen una serie de pautas tanto para el sector público como el privado. Algunas son la creación de direcciones en los medios o en los organismos de control y el fortalecimiento del trabajo con la Defensoría del Público, en el caso de las propuestas que hace el informe del GMMP. Otras están dirigidas a incluir en las redacciones una agenda de expertas o material en los manuales de estilo que tengan una perspectiva de género. Desde hace años, por ejemplo, la Red PAR distribuye un decálogo sobre el tratamiento de las noticias de trata de personas y otro sobre la violencia contra las mujeres. También se propone incluir en las carreras universitarias una perspectiva de género y capacitar a quienes ya ocupan un rol en las áreas de producción y edición de los medios. Ese es el paso fundamental para comprender los riesgos que conlleva la transmisión de estereotipos y, finalmente, colaborar con el cierre de la brecha.

*Aldana Vales es periodista.

Fuente: Economía feminista