Innovación: Un desafío posible. Autora Guillermina Ferrari ( Coach Ontológico)
Innovación: Un desafío posible
Autora Guillermina Ferrari ( Coach Ontológico)
Artículo publicado en la REVISTA INICIAR – edición 23 – Mayo 2014
– Permiso, soy el inspector de turno… ¿algún problema?
– Estoy abrumada señor, no se qué hacer con estos chicos… No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles…
El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
– ¿Qué es esto?
– Un corcho señor… -gritaron los alumnos sorprendidos.
– Bien, ¿De dónde sale el corcho?
– De la botella señor. Lo coloca una máquina.., del alcornoque, de un árbol …. De la madera…, – respondían animosos los niños.
– ¿Y qué se puede hacer con madera?, -continuaba entusiasta el docente.
– Sillas…, una mesa…, un barco…
– Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué provincia argentina pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar? – Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
– Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias.
Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden…
– Señorita… ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?
– Sí señor, ¡cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?Seguramente habrán escuchado antes esta historia pero me pareció interesante para mostrar como a veces con un poco de creatividad podemos innovar y provocar la atención del otro. Aclaro, no me refiero al ámbito escolar, esto se aplica a todos los desafíos creativos más allá del lugar donde nos toque desempeñarnos.Hoy en día la palabra Innovación parece estar de moda. A los líderes se les pide innovar, a los gerentes y jefes se les pide innovar, a los empleados se les pide innovar, a los maestros y profesores también, los empresarios y emprendedores buscan innovar todo el tiempo. Pero, ¿Qué es innovar? Por un lado, se considera innovar a alterar cualquier cosa introduciéndole novedades. Sin embargo, la acepción más importante es la que tiene en el ámbito económico: acción de modificar un producto para su introducción en el mercado.
Lo fundamental de la innovación es que toma todo lo ya existente y lo reconstruye, lo reorganiza o lo muda agregándole algo nuevo. Si bien esta definición hace referencia solamente al uso que se hace del término en microeconomía, la innovación ha trascendido el mundo del desarrollo de los productos y se hace presente en todo momento como una herramienta sumamente útil para alcanzar objetivos distintos… como lo pudo hacer el inspector y no así la maestra.
Y como logramos innovar? Innovación y Creatividad son parientes muy cercanos. Innovar es poner en práctica la creatividad. Según Estanislao Bachrach, biólogo y estudioso del funcionamiento del cerebro, dice que ser creativo es pensar cosas que nunca pensaste. ¿Y cómo es esto?, ¿Existe biológicamente un espacio en nuestro cerebro que funciona como un generador de ideas absolutamente nuevas?, ¿De dónde salen? Erik Kandel, Premio Nobel 2001, desarrolló la teoría de la memoria inteligente. Esa teoría dice que las ideas que nosotros tenemos son simplemente la combinación de historias y conocimientos que tenemos ya guardados. Se combinan al azar y aparece una nueva idea.
El punto es que, en general, pensamos todos los días lo mismo. El 95% de nuestros pensamientos de hoy son iguales a los de ayer y a los de mañana. Y eso no está mal y ocurre porque el cerebro es muy eficiente entonces dice: ‘para qué me voy a poner a pensar algo distinto si esto ya lo sé, ya lo conozco, ya lo viví y lo entiendo. Si tengo que pensar en otra cosa gasto energía innecesaria’. La función natural del cerebro es ahorrar energía, por eso es más fácil hacer lo mismo que forzar a mi cerebro a generar nuevas ideas. Sin embargo, cuando uno empieza a pensar distinto y a tener nuevos pensamientos, descubre que puede lograr algunas cosas que antes no alcanzaba.
Todos, absolutamente todos, somos creativos. Ser creativo nos es un atributo de genios o gurúes. Cuando somos niños, no utilizamos la lógica sino solo la creatividad. Como adultos respondemos lógicamente, porque es lo que nos enseñaron. ¿No les ha pasado de comprarles a sus hijos cuando tenían 1 o 2 años un juguete precioso ( y seguramente caro) y resulta que después el nene juega con el Tupper? El niño es curioso y no le importa si va a ser juzgado o no hasta una cierta edad; cuando entra a la escuela empieza a cambiar. Lamentablemente, en la cultura occidental la escuela sigue fortaleciendo más el lado de la razón, de la lógica que el lado intuitivo, empático y creativo.
El maestro tiene las respuestas y el niño recibe la información, no cuestiona, no se estimula la capacidad de indagación. Es más, muchas veces el chico que pregunta demasiado cansa, molesta. Entonces esa curiosidad natural poco a poco se va durmiendo. A veces me pregunto qué pasaría si en las escuelas los exámenes, en lugar se basarse en preguntas para que el alumno responda fueran al revés, se evaluara la capacidad de preguntar y la consigna fuera generar preguntas… ¿No estaríamos estimulando la creatividad, la curiosidad, la capacidad de buscar, analizar, distinguir?
Cuanto más tranquilos, más relajados y cuanto más disfrutemos el momento, más ideas se nos ocurren. A algunos en la ducha, a otros cuando salen a correr, tal vez manejando (por algún camino sin piquetes!) es allí donde a veces aparecen las mejores ideas.
Hoy muchas empresas están entendiendo que sus empleados son más creativos y productivos si cuentan con espacios de tiempo y espacios físicos donde la gente pueda pensar. Lugares coloridos, cálidos, distendidos para generar esa libertad mental necesaria para que el cerebro se relaje y la idea aparezca. Cuando prevalece el disfrute y el placer, estas emociones impactan positivamente en la creatividad. Permitirse fluir en ideas sin autocensura también facilita el proceso. La creatividad no es tener la idea perfecta. Es tener muchas ideas, y en ese volumen puede ser que aparezca aquella que estábamos necesitando.