Mujeres de Veteranos
Junto a un gran hombre siempre hay una gran mujer. La mujer que hace, que acompaña, que cría, que educa. La mujer compañera, la que construye el hogar, la que ante las vicisitudes está presente. La que ante el dolor calla, enjuga las lágrimas y comprende. La que en silencio o con palabras y actitudes cotidianas une a la familia. Estas son
prerrogativas de muchas mujeres que toman actitudes en defensa de su hogar, pero en el caso de las mujeres, esposas, de los veteranos de Malvinas es algo muy profundo, tiene que ver con una situación liminal que los argentinos no habíamos vivido. Fuimos contenedores de aquellos inmigrantes que habían vivido la 1° y la 2° Guerra Mundial, pero no supimos serlo con nuestros propios compatriotas.
Nos habían enseñado que la extensión de nuestra Patria abarcaba hasta unas pequeñas Islas, más pequeñas que Tucumán, muy alejadas, pero dentro de nuestra plataforma submarina. Era una provincia más en nuestro territorio pero, ocupadas por otro país. Hermanitas perdidas allá por 1833, amadas como se ama a la Patria y en ese amor que nos habían inculcado, surgió un estallido de pasión aquel 2 de abril de 1982. Eran nuevamente nuestras. Día a día, minuto a minuto seguíamos los acontecimientos que se estaban librando, allá tan lejos que no parecían nuestros. Había hijos, amigos, hermanos, novios, luchando por ellas. Algunos confundieron a esos HOMBRES, como los chicos de la guerra, pero esos “chicos” crecían en grandeza. Ellos se jugaban la vida por la Patria, nuestra Patria. Fueron 639 soldados que quedaron custodiándolas en esa tierra húmeda, fría y ventosa pero nuestra. Miles de Hombres volvieron y las madres, los padres, los hermanos, las novias, los amigos los esperaban. En silencio se abrazaron y más de uno de esos GRANDES HOMBRES, buscaron el cobijo del regazo de sus madres… y las novias esperaron. Ellas esperaron, se convirtieron en esposas y supieron contener, cobijaron en sus brazos y en sus regazos de futuras madres. Supieron observar el silencio de los Héroes y salieron adelante.
Escuchan el dolor de otras que les ha costado más pero están juntas y, todos juntos, formaron la familia que tan orgullosamente, hoy a 31 años de esa Gran Gesta, llaman LA FAMILIA
VETERANIL.
Gracias, por hacernos conocer la otra Historia, la del compañerismo, la camaradería, la solidaridad para con el otro porque existe la Familia, la Esperanza, la Vida misma. Nuevamente Gracias.
Dedicado a las novias de entonces: a IRMA esposa de LUIS ESCOBEDO, BEATRIZ esposa de ALBERTO HERRERA, ALICIA esposa de GABINO LEDESMA, SELVA esposa de JUAN CARLOS PERALTA, GLADIS esposa de CLAUDIO SCOPINI, EUGENIA esposa de JORGE HORACIO SANTUCHO, MARI esposa de DE LA ROSA, MERCEDES esposa de BUSTOS Y MONICA esposa de WALTER GARCIA