«Un llamado de Palas» por Lidia Rissotto
Disculpen, disculpen la intromisión, por favor, pero acabo de recibir un llamado de Palas. De Palas Atenea, digo. Se enteró de esta reunión y me llamó desde allá, desde la antigüedad, porque está muy preocupada. Una video-conferencia (¡lo que es la tecnología!)
Tengo varias cuestiones, me dijo, y, no sé, quería consultar. Viste que soy la diosa de varias cosas (mi papá, Zeus, cada idea tiene) y, la verdad, no doy abasto, estoy desbordada con todo lo que tengo que hacer. En primer lugar, fíjate: la espada, el casco, la coraza . . . pesa esto, son muchos años, me duele todo . . . así que estuve pensando si habrá alguien que me pueda ayudar . . .
Palas, le dije, no te hagas problema. Mirá, acá tenemos a Macarena Rapana que seguro te arma una rutina adaptada a tus posibilidades (digo, con la espada, con el casco, con todo) y vas a ver cómo te vas a sentir mejor.
Buenísimo, me contestó, yo que ando todo el día corriendo de Esparta a Atenas, de Atenas a Esparta. . .
Ah, pará, pará: ¿vos estas corriendo bien? No corras sola, le dije, si acá está Paola Esperón que se da mucha maña; escúchame, cruzó los Andes, ¡no se va a hacer una corridita al Monte Olimpo!
Te agradezco tanto, me dijo, no sabés lo que significa para mí contar con apoyo.
Palas, para eso está AMNYP del Sur, lo que necesites, plantealo y vemos.
Ahí tomó confianza.
Bueno, dijo, tengo algunos otros problemas. Viste que en Atenas tenemos la democracia directa, con una Asamblea donde votamos las leyes, bah, votamos, no: votan los hombres.
¿Cómo?, le dije. ¿Las mujeres no votan?
No, las mujeres no votamos porque. . .
La Interrumpí. Palas, María Delia Recalde, la consultás a ella. ¿Justicia? ¿Cuestiones de género? ¿Sabés lo que te puede ayudar María Delia con este tema? Ni lo dudes.
Ah, qué alivio, pero cómo hago para después hablar con la gente de la Asamblea y hacerle entender lo que propongo, para escucharlos, para estar cerca de ellos. . .
Palas, eso no es ningún problema, la vemos a Alejandra Salas. Si hay alguien que te puede decir cómo llegar a la gente con la palabra dicha, esa es Alejandra.
Se puso re- contenta.
Fantástico, fantástico, no sé cómo agradecerles, tengo tanto que hacer, ¿viste?, proteger ciudades, cuidar la salud de las personas. Aunque nosotros acá en la antigua Grecia en general andamos bastante bien en el tema salud: en tratamiento, con las cataplasmas curamos lo que sea; y para diagnóstico tenemos los oráculos, las adivinaciones. . . Estoy tranquila en este tema.
Yo me agarraba la cabeza pero, ¿cómo le digo sin ofenderla? Al final me animé: ¿qué te parece si hablás con Nieves Vogogna? Estoy segura de que ella te puede incluir en algunos de los cursos que da para jóvenes profesionales; vas a ver, Nieves te ayuda.
Qué bueno, menos mal que las encontré, dijo. Me encantaría ir anotando todo esto para, no sé cómo decirte, para dejar un registro escrito, estuve pensando, lo pongo en una epopeya o en una tragedia. . .
Pero Palas, querida, ¿te parece? ¿En una tragedia? Por qué intentas con un relato, con una novela. . .
¡Me miró con una cara! No entendía nada porque esos géneros no eran conocidos en la antigüedad. No te preocupes, le dije, eso lo solucionamos fácil: Mabel Pagano. ¿Qué queres? ¿Novela? ¿Novela histórica? ¿Cuento? Mabel te explica todo, te paso el teléfono y hablas con ella.
Me pareció que Palas estaba más tranquila. Pero le agarró el ataque de angustia de nuevo: ¿Vos sabés que también soy diosa de las artes? ¿Te das cuenta de lo que significa eso? Tengo la espalda partida de andar recogiendo piedritas para sacar los pigmentos . . . y que sean duraderos, que no se laven con la lluvia, que no se decoloren con el sol. Me lleva mucho tiempo. . .
Palas, vos te ahogas en un vaso de agua, ¿para qué la tenemos a Elsa Mareque? En dibujo y en pintura te puede asesorar Elsa, qué te parece.
Me parece fabuloso pero ¿qué hago con el trabajo en metales? Viste que en mi cultura los escudos labrados, las monedas con la cara de algún dios son importantes.
Yo me di cuenta de que estaba mirando mi medalla. Le dije: otro vaso de agua, Palas: la respuesta es Liliana Ginocchio. Ella diseñó esta medalla, ¿viste qué linda? Te reunís con Liliana y, ponele la firma, con ella cambiás el arte griego.
Esto me interesa mucho, dijo. Me quedan un par de temas nada más, si no te molesta.
Qué le iba a decir. Bueno, ¿qué necesitas?
Hay una cuestión: viste que acá tenemos la Academia, qué sé yo, se la pasan hablando ahí Sócrates con los muchachos, con Platón, con Fedón . . . pero no todo el mundo va a la Academia y no todos terminan. Y a mí no me gusta eso, siento que tengo que hacer algo, pero sola, me resulta difícil . . .
Te entiendo perfectamente, le dije: Claudia Burrafato. Si se trata de educación, de estímulo para que los adultos completen sus estudios, hay que ver a Claudia. ¿Querés que le preguntemos si te da una mano?
¡Buenisimo! Lo único que me queda es tratar de organizarme un poco mejor para conocer las necesidades de la gente, ir formando un equipo que trabaje a la par mía; lo que pasa es que sola me cuesta . . .
Palas, hablemos con Ana María Rodríguez, que tiene un montón de experiencia. Con todo los grupos que ha formado Ana María, con los ojos cerrados te ayuda.
A esta altura a Palas se le caían lágrimas de emoción. Con la voz entrecortada me dijo que tenía que pedirme una última cosa.
Se trata de mi hijo.
Les digo la verdad, yo no pronuncié palabra porque si hay familias complicadas, esas son las de los dioses griegos. Además, hay tantas versiones: que Palas tuvo un hijo, que tuvo dos pero yo en asuntos privados no me meto así que seguí escuchando.
A veces necesito que me lo miren un ratito al nene, cuando estoy ocupada. . . ¿vos crees que alguien me puede ayudar?
Mirá Palas, es cierto que en el corazón de toda mujer hay una madre pero de tu hijo ¡ocupate vos!